Todos formamos parte de no una, sino de varias «comunidades». Autonómicas, de vecino, laboral, estudiantil, de aficionados… o comunidades virtuales.
Para entender el concepto comunicación 2.0 debemos tener claro qué es, pues es el pilar básico de esta nueva fórmula de comunicación.
Por tanto, definimos comunidad como un «grupo de personas que interactúan entre sí (unos generando contenido, otros observando únicamente) y se comunican con un objetivo (tema) y con una identidad común (concepto, producto o motivación) que les otorga un sentimiento de pertenencia.»
Releyendo la definición vemos que es aplicable para cualquier modalidad de comunidad mencionada al principio. Pero en este post hablaré de las que habitan en la red, cuya única diferencia es eso mismo, el medio.
Pero ojo, una comunidad no es una red social. No sigue la misma estructura jerárquica.
Sus miembros son individuos que buscan compartir información y se clasifican en distintos roles, según su grado de implicación en la misma. Dependiendo del objetivo de la comunidad, habrá mayor o menor porcentaje de unos en favor de otros.
- Líderes. Sería la figura del community manager.
- Moderadores. Quien vela por el correcto funcionamiento de la comunidad.
- Contribuyentes. Quienes aportan contenido: una opinión, una pregunta, una puntuación, un «me gusta»…
- Mirones. Quienes entran, leen qué se plantea, qué opinan otros pero no se nota su presencia. Si vemos por ejemplo las estadísticas de una fan page de Facebook -hay que ser administrador de una para poderlas ver- puede darse en caso que tengamos muchas visitas a la página pero pocas interacciones, es decir, muchos mirones.
Una red social gira en torno al usuario: mis amigos, mis seguidores, mis contactos… Otro día lo veremos con más detalle.
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